ALCIDES CASTILLO
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Acuerdos y confrontaciones, consenso y disenso. Estas son las bases de la Política, pero cuando esta se resquebraja aparece la violencia, el golpe de Estado, la guerra civil y el terrorismo, como instrumentos de lucha. Esto sucedió hace un año, el 23 de febrero de 2019, en la frontera entre Colombia y Venezuela, llamada La Batalla de Los Puentes, donde los villanos, capitaneados por los presidentes de Colombia y Chile y el nefasto secretario general de la OEA, Luis Almagro, dirigían la lucha de clases ordenada por el imperialismo.

Fue una confrontación clasista que quisieron denominar “lucha por la libertad y la democracia”; claro, al estilo de los gobernantes fascistas de Estados Unidos, quienes llevan esa “libertad y democracia” con tanques, bombas e invasiones. El presidente de Colombia, Iván Duque, acusado de colaborador del narcoparamilitarismo y asesino, y Sebastián Piñera, mandatario de Chile, discípulo del dictador fascista Augusto Pinochet, supervisaron en vivo y en forma presencial lo que ellos creían que sería el final del “régimen” de Nicolás Maduro.

Unos meses antes, estuvo en la frontera colombiana y venezolana, Almagro, también fiel cumplidor de las líneas del imperialismo, supervisando unas tiendas de campaña denominadas refugios, para los migrantes venezolanos que nunca aparecieron, además de los lacayos y traidores a la patria como el autoproclamado Juan Guaidó, María Corina Machado y dos o tres exdiputados y diputadas.

Vimos el desarrollo de esta confrontación que se dio en el marco de la lucha de clases, promovida por el gobierno imperialista que preside el magnate Donald Trump, cuyo objetivo es la guerra de conquista y rapiña para convertirnos en colonia, mientras que las oligarquías y la clase política de cada nación disfrutarían de lo robado a nuestros pueblos.

La Batalla de los Puentes fue uno de los escenarios de la lucha de clases, en la cual la unión cívico-militar del pueblo de Guaicaipuro, Bolívar y Chávez, venció.